La vida

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La vida

La vida cotidiana en la Xàbia de época moderna estuvo marcada por varios factores que de manera más o menos general afectaron también a otras poblaciones del Reino de Valencia. Uno de los más importantes fue la cuestión morisca. Si bien es cierto que Xàbia era una de las pocas villas de la Marina sin población de "cristianos nuevos", la expulsión de 1609 repercutió también en algunos aspectos. En este puerto fueron embarcados, entre el 10 y el 17 de diciembre de 1609, los 7537 moriscos de la revuelta de Laguar con destino al norte de África. Unos pocos se quedaron, de los 2.447 niños moriscos que quedaron en todo el Reino, 67 se quedaron en Xàbia. Eran niños entre 4 y 14 años que fueron "adoptados" por varias familias de Xàbia en la mayor parte de los casos como criados.

La época moderna es tiempo de piratas y bandolerismo. Justamente, los continuos ataques a las costas de la Marina, propiciaron la construcción, a partir de mediados del siglo XVI, de las torres y castillos que desde el litoral defendieron la villa de las numerosas incursiones de la piratería norteafricana: la torre de Sant Antoni, el castillo de Sant Jordi, el castillo de la Fontana, la torre del Portitxol y la de Embolo. El miedo a los ataques hará que se reparen y fortifiquen las murallas y la iglesia de Sant Bertomeu, y que fuera de la villa, en el Pla, se construyan las casas fuertes. También fueron temidas y notorias las bandosidades de la Marina; grupos de bandoleros armados que durante los siglos XVI y XVII se enfrentaban entre ellos y con la autoridad. Muchos de estos grupos fueron formados y dirigidos por gente de Xàbia: Cruanyes, Xolbi, Bas, Erades, Sapena, Guardiola y otros.

Junto con estos problemas, la vida de la mayor parte de la sociedad no sería nada fácil. Eran tiempos de penurias y desigualdades sociales, en la que los ciudadanos debían pagar muchas cargas y tasas señoriales, con enfermedades –ya fueran las grandes epidemias de peste o de otras menores- y con sequías y plagas en el campo que provocaban a menudo, la escasez de alimentos. La inseguridad obligaba a los xabieros a vivir dentro de una villa amurallada con sólo tres puertas que quedaban cerradas desde las 10 de la noche hasta la salida del sol, en casas que en la mayoría de los casos tenían una o dos plantas y unos cuarenta metros cuadrados de planta. Para los aspectos más concretos, la arqueología nos acerca a la realidad material de aquel momento, como las cerámicas y otros utensilios domésticos recuperados en las excavaciones.

También otros documentos, como los Libros de Gastos (1667-1689) conservados del antiguo convento de las Agustinas, nos permiten conocer, por ejemplo, qué comía aquella comunidad, y seguramente la mayoría de la población: trigo, cebada, avena, arroz, garbanzos, maíz, espelta, lentejas, alubias, guisantes, aceite, vino, leche, carne, huevos, pollos y gallinas, queso, pescado (sardinas, bacalao, atún de la "almadraba"), “tonyina de sorra”, anchoas, bacalao salado, "ansalada" (verduras diversas), cebollas, coles, nabos, pepinos, uvas, melones y calabazas de todo el año, eras, manzanas, granadas, "ponsils", membrillos, pasas, almendras, higos, especias, sal, azúcar, miel, turrón, bellotas, caña de azúcar y hinojo marino.

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